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Foto del escritorredcomarcamx

Mia Khalifa confiesa cómo la manipularon para grabar porno y arruinar su vida


Tenía 21 años, su corazón bombeaba como nunca y la mirada de una decena de hombres se clavaba directamente en su figura desnuda. El día que Mia Khalifa debutó en el porno, a finales de 2014, no sabía que aquellas seis escenas, por las que apenas cobró 12.000 dólares, se convertirían en unas de las más vistas entre los millones de vídeos de Pornhub. Un éxito arrollador que se llevó por delante a su familia, sus amigos, su autoestima y su futuro. Desde amenazas de muerte del Estado Islámico hasta el stalkeo de estrellas del fútbol americano, Mia se había convertido en "la chica árabe de pechos grandes que tuvo un trío con un hiyab puesto".

“Estaba asustada. Nadie te obliga a tener sexo, pero aún así estaba asustada. ¿Alguna vez te has sentido nervioso de decir algo en un restaurante cuando la comida no está bien y el camarero viene y te pregunta "cómo está todo"? Estaba intimidada. Estaba nerviosa”, reconoció la exactriz durante una entrevista en el programa Hard Talk de la cadena británica BBC. Su relato es una llamada de alerta a las miles de jóvenes que son captadas por la industria del porno cada año en Estados Unidos, muchas de ellas cuando todavía son adolescentes y con problemas de autoestima, porque para ella se ha vuelto prácticamente imposible salir de su papel. El sector más conservador del Islam la tiene amenazada, ha intentado ser comentarista deportiva pero desistió porque los jugadores la acosaban. Y así con todo lo que intenta. Sigue siendo la más buscada en Pornhub.



Una industria experta en manipular inseguridades

“El cerebro humano no se desarrolla completamente hasta los 25 años. Entonces la parte de tomar decisiones de mi cerebro aún necesitaba formarse. No había nadie que me dijera qué hacer (…) Cuando hay cuatro productores blancos en la sala y les dices algo así y todos se ríen, es devastador y hace que no quieras hablar ni decir nada”, reconoció Khalifa, de origen libanés pero instalada en EE.UU desde la infancia. Precisamente, la infancia y adolescencia de Mia marcaron profundamente su autoestima y la percepción de su cuerpo: “Luché toda mi infancia con el sobrepeso y nunca me sentí atractiva o digna de la atención masculina”.

Tras ingresar en la universidad y adelgazar más de 22 kilos, se sometió a una operación de cirugía estética para recuperar el tamaño de sus senos. “Comencé a atraer toda esta atención de los hombres y nunca me acostumbré (…) después de sentir cómo era esa validación y los cumplidos, no quería que eso acabara”, apuntó. Fue entonces, cuando se esforzaba por recomponer su autoestima, cuando un productor de porno se cruzó en su camino y le hizo una propuesta: "Fue más un ‘Eres hermosa, ¿te gustaría modelar un poco? Sabes, tienes un gran cuerpo y creo que serías genial para modelar’. Cosas así”. 

El siguiente paso fue llevarla a un estudio en Miami donde todo parecía de lo más serio y profesional. “Todos los que trabajaban allí eran amables. Todos sus cubículos estaban decorados con fotos familiares. Como si no fuera nada dudoso o algo que me hiciera sentir incómoda”, señaló. Todo el proceso hizo que poco a poco se sintiera más obligada a entrar en el negocio y hacer lo que todas esas personas estaban esperando de ella. “Siento que aquella chica no tenía las herramientas para identificar que se estaban aprovechando de ella y que lo que le dijeron eran mentiras. Tal vez no mentiras, pero trataron de manipularme para que hiciera lo que ellos querían”, resumió. 

Una mala decisión que podría haberse evitado


Tras un día firmando el papeleo no había vuelta atrás. El miedo se apoderó de ella. “Creo que mi adrenalina era tan alta porque sabía que lo que estaba haciendo estaba más allá de lo que nunca pensé que haría”, explicó. El problema llegó cuando, una vez pasó por la experiencia del rodaje, se dio cuenta de que su vida jamás volvería a ser la misma. Ni siquiera cinco años después es capaz de ver su cuerpo y su intimidad de la misma manera: “Cuando salgo a la calle siento que la gente puede ver a través de mi ropa y me da mucha vergüenza y me hace sentir como si hubiera perdido toda mi privacidad. Porque estoy a una búsqueda de Google”.

Sin embargo, Mia no quiere verse a sí misma como una víctima y lucha contra el estigma que recae sobre las mujeres que, por circunstancias diversas, se han dedicado al porno en algún momento de sus vidas. Para ella no se trata de señalar, sino de empoderar. “Realmente no me veo como una víctima. No me gusta esa palabra. Tomé mis propias decisiones, a pesar de que fueron decisiones terribles”, concluye insistiendo en que la clave está en que la sociedad entera debe preocuparse por empoderar a las chicas. Que sean conscientes de que vender su cuerpo y su imagen a cambio de dinero fácil puede tener consecuencias más allá de lo que puedan imaginar. “Creo que algo debe cambiar en la forma en que se aborda a las mujeres, incluso si solo se les acercan”, insistió.

Si hay una cosa que Mia Khalifa tiene claro a los 26 años es que, si tuviera que aconsejar a cualquier chica a la que un productor se le acerque por la calle, le diría: “Hay un spray de gas pimienta en tu bolso por un motivo. Úsalo. ¡Corre!”.


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