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Foto del escritorAquiles Castañeda Böhmer

En su justa medida. Descanse en paz

Actualizado: 20 oct

Es común hablar de "lo bueno que era" la persona que acaba de morir, en el caso de André Marín, con quien conviví desde 1997 y hasta 2007, creo que lo adecuado es contextualizar lo que en realidad fue en vida, como yo lo conocí, pues no fue mi padre, ni mi marido, ni mi amigo entrañable, ni algo similar a un hermano. André fue un compañero de trabajo con quien llegué a compartir habitación y conversaciones largas, casi siempre cubriendo eventos de fútbol; el trabajo nos acercó y nos alejó a ratos, lamento el dolor que causa su partida en la gente que lo amaba, pero también repudio la falsedad en vida y muerte. He leído a varios ex compañeros de trabajo, expresarse de André Marín como si fuera otra persona a la que no tuve la suerte de conocer. ¡No!, por respeto a él, quiero contar lo que yo recuerdo, porque así decidió vivir, y porque quizás, así quería que yo lo recordara.



A su estilo, hablemos de lo que nadie está hablando, supongo que en algún sitio André estará riéndose de estas anécdotas.


El recuerdo mas desagradable que tengo de André, refiere a su falta de respeto por el trabajo que como productor de campo desempeñaba. Sucedió en Arizona, en el estadio de los Arizona Cardinals de la NFL, hoy el State Farm Stadium; no recuerdo la fecha exactamente, pero se trataba de un partido de la selección mexicana de fútbol previo al Superbowl del 2010 en Dallas, Texas.



Aquella ocasión, André prendió un cigarro dentro del palco de comentaristas, un sitio alfombrado y prácticamente nuevo, en el que por cierto, se prohibía fumar, encendió el cigarro hasta terminárselo, a pesar de que le pedí no hacerlo por los problemas que eso nos traería.


Días después llegó el recibo por el daño causado a la alfombra, Azteca Deportes lo cubrió y creo que José Ramón Y Jessie (nuestra directora) le llamaron fuertemente la atención. Entendí que André batallaba con mi autoridad: -Claro.- Pensé entonces de muy mal humor:

-Creció en un entorno "rodeado de sirvientes", su poca empatía era comprensible. André , cree que por ser mas joven que él estoy"por debajo" de su rango.-


¡Me molestaba no tener autoridad sobre André Marín! Ahora sé que me reflejaba mucho en su forma de ser. Me chocaba lo que me checaba.


Por su actitud, supongo que llegué a estar seguro de que Marín se sentía superior que el resto de los seres humanos con los que convivía.



Era un compañero difícil al trabajar, no por su falta de profesionalismo al realizar una cobertura, sino porque creí entonces, que él consideraba que sus necesidades siempre fueron preponderantes a las de nosotros.


No recuerdo a algún compañero de trabajo con el que André Marín no haya tenido un problema; aunque solo lo conocí 10 años, lo veía déspota y prepotente con la gente que se le acercaba a pedirle una foto o una firma, sobre todo cuando no había una figura por la que sintiera algún grado de respeto, o con quien sintiera pena mostrarse poco amable con la gente, como yo lo veía la mayor parte del tiempo.


Eso me caía muy mal de André, aunque no siempre sucedía así, también lo vi sonriendo y accediendo de buena gana a tomarse fotos con quienes se le acercaban al final de un partido. Hoy, entendiéndolo, creo, que a André le producía ansiedad no lucir perfecto al aire, no poder expresar cada una de las palabras que necesitaba para comunicar lo que debía. Siempre lo hizo. Antes de trabajar era completamente inaccesible, después André era otro. Estuve ahí el tiempo suficiente para darme cuenta de que después de algún tiempo a cuadro, todos los comentaristas se vuelven intratables, algunos con mucho menos de lo que alcanzan las "figuras", bajo circunstancias particulares y especialmente con la gente, con "los mortales", vi que todas las celebridades, medias celebridades y cabezas huecas que se creen celebridades, tuvieron un comportamiento que me pareció desagradable cuando alguien se acercó a ellos pidiendo una foto, un autógrafo o cruzar una palabra.

En ese sentido años después de que perdí contacto, tras 2007, conocí muchos "André Marines", que tuvieron menos talento, pero mucha más soberbia.


En una cobertura de semanas, su mente no paraba de trabajar ni un momento. Cuando viajábamos en grupos pequeños, solía molestarse porque alguien decidía comer en un lugar diferente al que él quería, o por hacer algo diferente a lo que él deseaba dedicar tiempo; insisto, yo pensaba "creció rodeado de servidumbre", por eso de ser extraño para mí, sentir que Marín estaba convencido de que nosotros, el camarógrafo y yo, también estábamos para acompañarlo a donde fuera su voluntad y comer lo que le diera la gana.


Hay muchos indicios de que el hambre que André sentía por el poder causó daño en sus compañeros más cercanos, intentó convertirse en el líder de Azteca Deportes tras la salida de José Ramón y eso le causó conflictos con la mayoría de las personas en su entorno, hasta que acabó por salir de la televisora, peleado con casi todos los comentaristas que se quedaron.


Pero no fue una actitud que solo tuvo Marín, recuerdo que entonces casi todos los comentaristas "de rango", sacaron el pecho y las uñas para ser "el macho alfa" en la manada. El vacío de poder que dejó José Ramón causó estragos y dinamitó lo que fue un equipo insuperable. Pienso que de haber tenido la posibilidad, yo mismo habría peleado por ser ese líder que faltaba, y lo habría hecho a costa de todo, pues lo hice por mucho menos años más tarde.



Comprendo lo inadecuado que puede ser el hecho de hablar con sinceridad de la persona que ya no está, pero creo que es una burla para André cargarlo de cualidades que no tenía en aquella época, como irrespetuoso sería no decir que ser tan competitivo le valió lograr entrevistas cuando la selección mexicana de fútbol le cerró la puerta a TV Azteca, que trabajaba mucho, igual que lo hicimos todos en aquel tiempo, que compartía la pasión por el buen trabajo y que muchas veces, lograba trabajar en equipo aunque el equipo no estuviera volcado a él.


Ese fue el André al que yo conocí y desde esa perspectiva, la de un compañero con el que tuvo roces leves por su carácter y por el mío.


Su partida a los 52 años de edad es una pena, ninguna persona debería agotar su tiempo tan pronto. Sus compañeros a los que inspiró, los que recordarán su bondad, su buen carácter, su amabilidad y su nobleza lo recordarán así y darán ese testimonio.


Pudo ser que André se transformara como muchos lo hacemos al paso del tiempo, buscando convertirnos en nuestra mejor versión.


Luego pienso: y sin mentir ¿qué le puedo agradecer?


Que aprendí a ser tolerante cuando a pesar de mi carácter cuando la noticia debía privilegiarse, a apasionarnos con la posibilidad de obtener una exclusiva sin importar esperar durante horas afuera de un hotel y sentados en la acera, que nos enseñó, a ese pequeño equipo de camarógrafo, productor y reportero, a actuar de forma inteligente.


André acercó a grandes figuras del fútbol a TV Azteca y eventualmente fueron comentaristas que reforzaron una mesa ya de por sí imbatible, gracias a eso tengo fotos y recuerdos invaluables.


Que André Marín sentara en la mesa de comentaristas a estas figuras (algunos todavía son parte de ese elenco en los mundiales que TV Azteca cubre) habla de su capacidad de persuasión y de las buenas relaciones que logró hacer en el medio.


El mejor recuerdo que tengo de André, fue cuando en 2002, estando en Seúl, mi hijo fue diagnosticado con diabetes tipo 1, Marín se enteró, conversamos y cuando me vio llorar me dio un abrazo. Ese día, cinco años después de conocerlo, entendí que igual que yo y que todos André, era un hombre al fin, con sus fantasmas, con sus defectos y virtudes muchas.


Descansa en paz André Marín. Sin duda dejas mucho de que hablar.

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